• Cuestión de comodidades

    La puerta de Alcalá
    Hace dos fines de semana estuve con mi familia pasando tres días en Madrid pues además de una segunda 'misolada' (nombre que hace alusión al apellido en común de treinta y pico primos hermanos por parte de madre), queríamos aprovechar para ver exposiciones, teatro, visitar alguna ciudad de sus alrededores y muchas más cosas.

    La verdad es que lo pasamos pipa, pero hay una cosa que me di cuenta y es que, o estamos ya un poco mayorcitos para según qué, o nos hemos vuelto ya muy comodones.

    El hotel elegido por mis hermanos es un diez, pues más céntrico no se podía pedir.  Cerquísima de la Puerta del Sol, donde empiezan a medirse los kilómetros de todas las carreteras nacionacionales, de los Museos, metros y de los lugares más castizos.

    Kilómetro cero en la Puerta del Sol

    Primera queja de mis hermanas: su habitación que tenía que ser igual que la de todos, no tenía más que un balcón y además no tenía bidet, a diferencia de la mía que era contigua a la suya.  Consejo: no enseñéis nunca en un viaje comunitario vuestra habitación si sospecháis que os ha tocado mejor que la de los 'compis' (como diría nuestra reina), pues puede crear desazón.  Les dije que les prestaba el bidet las veces que fuera necesario y que incluso les prestaba el balcón, cosa un poco más difícil, pues a mí con uno me bastaba y sobraba.  El caso es que mucho protestar pero no me pidieron prestado ni lo uno ni lo otro. Y es que hay quien se queja de vicio.

    Por la mañana fuimos como toca a un mesón castizo y popular, La Cerveceria Alemana (ver aquí), con raciones riquísimas y contundentes y con frituras excepcionales.

    Tapas de la Cerveceria Alemana

    Después tocaba visita a Museos.  La exposición 'los realistas de Madrid' en el Thyssen-Bornemisza (ver aquí), preciosa y además aprovechamos para ver una vez más su colección permanente.  El Prado tampoco tuvo desperdicio.  Siempre es una visita obligada.

    Exposición de los realistas

    Y por la noche, por supuesto tocaba ir a cenar algo ligero. Segundo fallo. Mis hermanos, y parejas, se plantearon ir otra vez a comer croquetitas, tortilla de patatas, frituritas, etc., en fín cositas tan ligeras como las de la comida, a lo que me negué rotundamente.  Dije: otra vez frituras ni pensarlo.  Nos vamos al Mercado de San Miguel (ver aquí) a tomar un montadito: 'nos conviene a todos', mirándoles con cara resoluta.

    Mercado de San Miguel

    Tengo muchas cosas por la que dar gracias a la vida, y una es los hermanos que tengo.  Son más buenos que el pan (y no me refiero precisamente al de los montaditos) y todos bajaron la cabeza y dijeron...'bueeeeeno' y allí los llevé.

    El caso es que el mercado estaba abarrotado, casi todo eran turistas, pero turistas extranjeros, además de los nacionales, entre los que nos encontrábamos nosotros.  Las pocas mesas que había estaban no sólo ocupadas sino que tenían al lado, la segunda tira de gente esperando que uno levantara un centímetro su culo de la silla para arrebatársela sin conmiseración.  Total que optamos por ir a una barra y con delicadeza y como quien no quiere la cosa  a pequeñitos empujoncitos,  fuimos haciendo hueco y en medio metro de barra, aproximadamente, nos metimos los seis.

    tapas  y montaditos del mercado de San Miguel

    Y ahí planteó la cuestión: qué montaditos pedir si no veíamos ni uno sólo pues estaban en el otro lado de la barra.  Así que a ojo pedimos unos señalando con el dedo (ya sé que es de mala educación señalar, pero no había otra manera), además de su vino correspondiente y lo comimos como pudimos, es decir, llenándonos los labios de restos de virutas de surimi del pintxo donostiarra, (el que nos quedó después de que medio pintxo se nos fuera al suelo a la mayoría), por no decir, el pedazo de tortilla que se me  desmenuzó en trocitos y por la dichosa ley de la gravedad no me dio tiempo a zampármelos; ¿y cómo se puede sostener una copa de vino mientras haces todos esos jeribeques?.

    Todavía no me lo explico, pues bebernos el vino o caña nos lo bebimos, pero el cómo y de qué manera, todavía no nos lo explicamos.  Total que todos me miraron y a la vuelta decidieron que al día siguiente querían comodidad y además con muy buena educación también me hicieron ver que en unas elecciones democráticas hubiera sacado sólo un voto por comer montaditos de pie en un mercado abarrotado de gente y sin poder apoyar ni la copa de vino.  No lo puedo entender, Es que lo quieren todo!!!

    También hay que decir que fuimos a ver el musical 'Sister Act', en el Nuevo Teatro Alcalá (ver aquí), decidimos ir en metro y no recordaba la cantidad de gente que puede ir en un vagón!  Menos mal que soy altita pues delante había dos chicas muy bajas que se comían literalmente la axila de dos hombres altotes. A la vuelta del musical (que nos gusto mucho por cierto) no teníamos ninguna duda que volveríamos en tandas de taxis; única y exclusivamente por comodidad.

    Sister Act

    Y como colofón, una excursión a Segovia perfecta. Qué más comodidad se puede pedir que te venga a buscar al hotel una furgoneta con chófer y que te deje a la vuelta allí mismo.

    Una vez allí el chofer nos llevó de visita a los sitios más típicos de la ciudad: La granja, el Alcázar, la Catedral, y el Acueducto.

    Los jardines de La Granja

    El Alcázar de Segovia

    La Catedral de Segovia

    El acueducto de Segovia

    Después a comer en Cándido (ver aquí) con vistas a al Acueducto de Segovia, eso sí en unas sillas un poco incómodas.  Mi hermana me dijo que si lo hubiera sabido se lleva la silla tan cómoda del hotel (para que luego se queje de que si su habitación era menos de todo que la mía).....

    Ritual del corte del cochinillo en El Mesón Cándido

    Total que he llegado a la conclusión de que tengo una familia de comodones y que estas 'actividades nuevas y que me parecen tan divertidas', no les parecen tanto a ellos.  Y como compensación la semana pasada organicé en mi casa una 'cena de pintxos', con diez variedades de ellos, y eso sí con aperitivo en sillones bien cómodos y cena bien sentaditos en sillas mulliditas.  Qué contentos estuvieron.   Y lo que nos reímos recordando nuestra cena de pintxos de pie en Madrid.

    Yo creo que a veces vale la pena pasar algunas incomodidades para luego disfrutar recordándolas.

    Madrid

    - Alojamiento

    Hotel Regina (ver aquí). Calle Alcalá nº 19.  Tres estrellas.  Habitaciones recién reformadas con cama inmensa y servicio de limpieza excepcional. Cafetería con muy buen servicio y muy buena calidad.  Desayuno excelente.  Ofertas de tres noches.

    - Restaurantes:   

    Mercado de San Miguel (ver aquí).  Por las tardes noches, pintxos, quesos, sushi, marisco, frituras y un ambientazo.  Abstenerse los comodones.  Precios caros para lo que es.

    Cervecería Alemana (ver aquí). Plaza de Santa Ana nº 6.  Un incondicional de Madrid, con servicio esmerado y ambiente de taberna.  Nos gustó mucho.

    Segovia 

    Comer cochinillo en Cándido (ver aquí), viendo el Acueducto. Dicen que 'El Duque' y 'José Luis' en este momento son mucho mejores, pero puestos a hacer de turistas queríamos el sitio más típico de toda la vida.  La calidad excelente y las torrijas excepcionales.

    Alquiler de autos con chófer: Autos Noroeste (ver aquí).  Servicio excepcional.  Un excelente.



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