• El lavabo, por favor ?


    Lavabo por favor_Argonauta en la pecera
    Estoy planeando una escapada a los 'madriles' pues hay algunas exposiciones que me hacen mucha ilusión. Se me termina este domingo la de “Mujeres de Roma” de Caixa Forum y lo siento de veras. 

    Pero también me puedo decantar por el Thyssen Bornemisza y su preciosa exposición de artistas realistas del Madrid actual, entre ellos mi admirado Antonio López.

    Hecha esta salvedad, os cuento que llevo tres días viendo lavabos, duchas, retretes y bañeras de hoteles en internet. Y pensaréis que soy muy rara pues lo normal cuando buscas un hotel es mirar primero la situación, después la pinta que tiene y lo último el precio. Si todo es correcto se reserva y listo. Sin mayor complicación. 

    Pues no, yo soy de las que además de la situación, quiere mirar cómo está distribuido el baño en la habitación. Y os explico el porqué de ésta 'toilettefobia', pues no quiero ni deseo que creáis que soy un bicho raro. 

    En mi viaje de fin de año a Estrasburgo, el hotel era precioso, no se podía pedir más. Y la habitación, con unas vistas de película y una cama de más de dos metros, además de un saloncito y todas las comodidades posibles.

    Pero tenía un gran fallo. El baño, o era un apaño de la remodelación moderna del hotel, o estaba pensado con el culo (me permito nombrar esta parte del cuerpo, donde la espalda pierde su nombre, porque hablando de baños, no creo que nadie se escandalice).

    Resulta que el baño tenía bañera y dos lavabos, por cierto, de dudoso gusto y con formas rarísimas. Pero cuál es mi sorpresa que busco el water y como no lo veo empiezo a mirar si hay alguna puerta falsa que no haya visto, ya que se me olvidaba deciros que las dimensiones del baño eran como de hospital antiguo.

    Total que abriendo cositas descubrí en un compartimento secreto un secador, y también apretando una baldosa con un punto verde, se asomaba un espejo de aumento, pero lo que es en sí el water, retrete o como queráis llamarlo, ni asomo de él.

    Por lo que ya intrigada y por supuesto negándome a llamar al servicio de habitaciones para que no se creyeran que era tonta del bote, me puse a buscar hasta en la terraza exterior que era amplísima. Pues no.

    Después de casi tirar la toalla y sucumbir a la vergüenza, descubrimos que el retrete estaba en el amplio vestíbulo de la habitación, disimulado detrás de un espejo para mirarse de cuerpo entero y al que había que acceder apretando el lado izquierdo, justo en el centro. (Entre nosotros, manda lo que sea, que no te avise el recepcionista cuando te desea con retintín, buena estancia….. y estoy segura que lo hacen a propósito). Bueno, ya estaba el misterio desvelado.

    Pero mi sorpresa fue encontrar en un cuarto de baño desangelado por completo sólo el retrete. Allí no había ningún artilugio más. Y yo me pregunto. ¿Es que a nadie se le ocurre que después de ir al baño es obligatorio lavarse las manos?

    Bueno…., pensé… no hay problema, iremos primero a un sitio y después al otro. Amigos míos, vaya jeribeque la que se armó.

    Por la noche eso fue un ir y venir. Antes de dormir, cada cual se acordaba de que el water estaba en el hall de entrada, separado por una puerta del dormitorio. Pero claro, te duermes cual angelito, después de dos vuelos de avión y horas y horas de aeropuerto y a media noche… pipí al canto. Total, que lo lógico… directo al baño, con encendido de luces rápida, cual flash de foto.

    Pero cuando estás metida en el baño y has cerrado rápidamente y con sigilo la puerta, te das cuenta medio dormida que ahí no hay water ni nada que se le parezca y te acuerdas que es verdad….. qué despiste!… el water está en el hall de entrada, que has cerrado expresamente para que nada te moleste. 

    Y entonces sales, apagas, cierras puerta, intentas ver la otra puerta, mientras tanto, tropiezas con el silloncito del salón y después de toquetear todas las paredes y darte antes darte un susto de muerte viendo tu careto en el espejo allí situado con tantísima gracia y practicidad, encuentras la puerta misteriosa del baño, entras, haces lo que tengas que hacer y vuelves, y piensas que da lo mismo lo de lavarte las manos, pero tu pareja cuando te ve, te suelta: 'para hacer un pipí tienes que armar tanto revuelo', y piensas…'de perdidos al río, yo no me duermo sin lavarme las manos', así que vuelves a hacer más ruido abriendo la puerta del baño…., se vuelven a acordar de la madre que te parió pero ya te da lo mismo: sí, ese baño, en donde hay dos lavabos rarísimos pero con grifos, y te lavas las manos y vuelves a la cama.

    Eso sí con pensamientos de revancha auténticos de que … 'arrieritos somos y en el camino nos encontraremos', y allí te cogeré yo con las dos cocacolas de 33 cl, que te has zampado para no dormirte de cansancio puro entre aeropuerto y aeropuerto. 

    Y ya lo último. Hace dos fines de semana, en Valencia e invitados por unos grandes amigos, nos fuimos a un hotel céntrico, nuevo y espectacular. Pero tan espectacular que tenía hasta luces de bienvenida (luz suave, luz de lectura, luz de noche, luz tenue, etc, que en dos noches no logramos aprenderlas, ni por cierto adivinarlas) y un baño que era mi sueño dorado, hasta que me di cuenta de que entre el dormitorio y el baño había un cristal del mismo tamaño que el baño y que cuando ibas al baño absolutamente todo lo que hacías allí se veía desde el dormitorio. No me lo podía creer!!!. 

    Qué queréis que os diga a estas alturas: que para momentos gratos, vale todo, pero para momentos íntimos, por favor: intimidad. Tal fue mi sorpresa que para no arruinar la libido de nadie, hicimos un trato: pasarnos la noche durmiendo mirando a los balcones de la calle y no mirar ni por asomo hacia el baño, recordando asustados, lo que le pasó a 'Edith', la mujer de Lot, cuando desobedeció los mandatos ordenados y volvió la cabeza en Sodoma.

    Así que a partir de ahora, queridos amigos, si queréis un poquito de intimidad en según qué aspectos, cuando reservéis habitación en un hotel, cercioraros de los elementos que componen el baño y su situación, pues aunque temas 'prosaicos' son, nos guste o no, forman parte de la buena estética familiar. Y dónde esté una insinuación bonita y a media luz, que se quite la cruda realidad.

    'Lavabo'. Autor: Antonio López.(Exposición: realistas de Madrid. Museo Thyssen-Bornemisza)

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