• De Dichos y Hechos II

    Kermés flamenco, óleo sobre lienzo.  Museo Reales de Bellas Artes de Bruselas
    Hecho y Dicho primero de la semana: 

    El domingo pasado fui al cine a la primera sesión. Éramos muy pocos espectadores y detrás tenía a tres señoras que no pararon de hacer comentarios durante toda la película, además de sonarles el móvil en dos ocasiones. En un momento dado empezaron a reírse y ya no pude más y me giré y las miré directamente, y una de ellas avergonzada me dijo que la perdonara pero que 'el que sale en la peli es más feo que Picio y nos ha hecho mucha gracia'. Pensé para mis adentros que con ejemplares como esas señoras, no es raro que tengamos a veces tan mala fama las féminas.

    Más feo que Picio. A principios del siglo XIX existió en Granada un zapatero llamado Picio, que no se sabe exactamente por qué, fue condenado a la última pena. Estando ya preparado para ser ajusticiado, en ese mismo momento recibió el indulto. A causa del pavor, la angustia y la desesperación sufridas, al día siguiente de su 'salvación' empezó a caérsele todo el pelo, pestañas y cejas y salirle bultos extraños en la cara que lo desfiguraron. Todo el mundo lo rehuía y por tal hecho se fue a vivir a Lanjarón, terminando sus días en Granada capital.

    Hecho segundo y Dichos segundo y tercero de la semana: 

    Hace unos quince días los hados de casa se confabularon para que se estropearan en una misma mañana tres elementos importantes del hogar, todos relacionados con la fontanería. Llamé 'ipso facto' a nuestro lampista de confianza y nos prometió que acudiría, sino casi de inmediato, en el primer instante que tuviera un huequecito, y le dije que si no podía no pasaba nada, que lo comprendería dada la premura y llamaría a otro. No!!!, me contestó muy ofendido vía móvil: 'iré enseguida'.

    Dos semanas después de este hecho tan trascendente para la buena armonía y conciliación familiar, concretamente el lunes, cuando ya habíamos arreglado todo lo que había que arreglar nosotros mismos, el fontanero me llamó  para decirme que ahora mismo venía para casa. Menda, la que escribe esta entrada y algo, por no decir 'mucho', contrariada por su informalidad, le dijo con tono totalmente hipocritón pero formal (ya me entendéis pues en pleno marzo para ducharse con agua fría hay que ser espartana y disciplinada como la que más), el dicho de que 'a buenas horas mangas verdes', y además me callé el decirle que 'no sea el perro del hortelano' y si no puede venir nos deje llamar a otro profesional y todos tan amigos.

    A buenas horas mangas verdes. Esta expresión se remonta al siglo XVII, en donde en Castilla ejercía las labores de policía y vigilancia, los llamados 'Cuadrilleros de la Santa Hermandad', que tenían fama de que siempre que se les requería llegaban tan tarde que ya no hacía falta su presencia, y las consecuencias de dichas demoras normalmente habían sido desastrosas y sangrientas. Como vestían unos uniformes con las mangas verdes, de ahí viene la citada expresión.
    La Santa Hermandad fue fundada por los Reyes Católicos en 1.476 y fue el primer cuerpo policial y organizado que hubo en toda Europa y se mantuvo, a pesar de su fama de ineficaz, hasta el año 1.834, poco antes de la creación de la Guardia Civil.

    El perro del hortelano. Nombre de una comedia de Lope de Vega en la cual su protagonista, Diana, no puede amar a Teodoro, pero al pobre la susodicha no le deja amar ni ser amado. La frase está basada en dicho animal cánido, el perro, que 'ni come ni deja comer'. El perro como sabemos no es un animal vegetariano por lo tanto no come los vegetales del huerto de su amo, pero no deja bajo ningún concepto que ningún otro animal los coma y cuando ve que alguno se acerca, presuroso lo ahuyenta rápidamente corriendo hasta él y apartándolo de 'su' territorio.

    Hecho tercero y Dicho cuarto de la semana: 

    Por la tarde del miércoles en mi habitual clase de inglés de la E.O.I. hicimos una prueba de 'escuchar' es decir 'listening' que tanto me cuesta. Por lo visto era facilísimo, de la vida de Charles Chaplin, y la voz se oía clara y fuerte. Resultado: toda la clase las acertó casi todas y yo como siempre sólo acerté una de seis. Un fracaso total. Me deprimí mucho dándome cuenta de que 'no hay tu tía': jamás podré aprobar este apartado del bonito idioma de Shakespeare.

    No hay tu tía: Esta expresión tiene un origen curioso ya que la 'Tutía' o la 'Atutía' era un ungüento medicinal muy usado antiguamente por los árabes sobre todo para enfermedades de los ojos. Su fama se extendió tanto que hasta se creía que era la panacea que curaba todo. Cuando en aquella época una dolencia era tan evidente que no tenía cura, se decía textualmente 'no hay tutía que la cure'. Su vulgarización a través de los años nos ha hecho pensar que tiene que ver con algún pariente, hermano o hermana de nuestros progenitores, cosa bien alejada de la realidad.

    Hecho cuarto y Dicho quinto de la semana: 

    El jueves por la tarde me invitaron a aprender a hacer 'panades, robiols y crespells' en un buenísima pastelería de Palma de Mallorca. Llegué como siempre muy puntual y pude coger un asiento de primera fila. Allí estaba yo con mi bloc y mi boli dispuesta a no perderme detalle y tomar notas de esas elaboraciones que tanta ilusión me hace aprender, cuando entró por la puerta una gran amiga que me llamó desde lejos y me acerqué a ella a saludarla. 

    A la vuelta, a pesar de haber dejado el paraguas apoyado en el asiento, me encontré a una señora sentada en mi silla. No dije nada pues la pobre se ve que ni se dio cuenta, pero una amiga de dos filas más atrás viéndome contrariada me dijo sonriendo: 'Mila, ya sabes que quien se va a Sevilla pierde su silla'. La verdad es que a pesar de mi vista que deja mucho que desear, las más de cincuenta personas que asistimos disfrutamos muchísimo y hasta me hicieron salir a colaborar con los 'crespells'. Lo pasé bomba.

    Ir a Sevilla y perder la silla: La frase auténtica tendría que ser: 'quien se fue de Sevilla perdió su silla', es decir un 'de' en lugar de un 'a', puesto que la historia tiene su origen en el Arzobispo sevillano del siglo XV. Alonso I de Fonseca para hacerle un favor a un sobrino nieto, el Arzobispo también pero de Santiago de Compostela, intercambiaron sus Arzobispados momentáneamente para arreglar unos asuntos espinosos del sobrino en dicha preciosa ciudad gallega. Pero cuando Alonso quiso volver a su Sevilla querida, todo lo que recibió fue la negativa del joven descendiente, pues por lo visto, además del estupendo clima andaluz, vivía de maravilla dado que ese Arzobispado, en aquellos años, era mucho más próspero y rico que el que había dejado en el norte de España. Hasta el rey de entonces Enrique IV, se vio obligado a disuadirlo por la fuerza, enviando a su ejército real.

    Y bueno, como veis, los dichos de nuestro idioma no paran de aparecer en nuestra vida cotidiana. Pero ya no os canso más con ellos, pues no quiero que penséis que aquí 'hay gato encerrado' y que pertenezco a `la Real Academia Española de los Dichos y Hechos, y no quiero ni por asomo que siempre que os encontréis conmigo 'pongáis pies en polvorosa' creyendo que voy 'armada hasta los dientes' de dichos y refranes para soltároslo in situ a pesar de que vayáis con prisa y de 'punta en blanco', pues tal cosa me ocasionaría 'andar de capa caída' durante mucho tiempo pues tengo por 'talón de Aquiles' el sentido de la amistad y por un dicho más o menos no me arriesgo al disfrute de conversar con un buen amigo, y eso desde luego 'no es moco de pavo': es un auténtico placer.

    (Hay gato encerrado; poner pies en polvorosa; armada hasta los dientes; de punta en blanco; andar de capa caída, talón de Aquiles, no es moco de pavo..... Dichos sexto, séptimo, octavo, noveno, décimo, undécimo y duodécimo de la semana). 

    Pintura: Kermés flamenco, óleo sobre lienzo.  Museo Reales de Bellas Artes de Bruselas.











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