• Despistes monumentales

    Perdida en Es Baluard
    Antes de nada y ante la afluencia de llamadas, mensajes o/y whatsapp preguntándome por el grillo al que hacía alusión la semana pasada en mi blog, tengo que comunicar que tal como vino se fue, y aquí paz y allí gloria. 

    Lo extraño de todo es que absolutamente ningún vecino ha hecho ninguna mención a la desaparición del molestoso ‘cri, cri, cri, cri, cri, etc, etc de cris’, que nos acompañaba por las noches en el espacio comunitario al que dan nuestras galerías. 

    Y digo que es raro pues lo normal después de haber tenido hasta ‘avisos en el ascensor’ es que se comentara cual canción de José Luis Perales, ‘y dónde está, en qué momento se fue de aquí, a qué dedicaba su tiempo libre… etc’, pues nada, absolutamente nadie ha hecho alusión alguna al animalito de Dios. 

    Todos los vecinos hemos empleado los habituales ‘buenos días/tardes/noches’, ‘qué calor’, ‘parece que va a llover’, ‘gracias por abrirme la puerta’, ‘pasa tu primero’ y demás muestras de cortesía vecinal. Yo creo que todos hemos pensado que como en aquella expresión guarrindonga de que ‘el que lo huele debajo lo tiene’, si hacíamos mención al susodicho insecto ortóptero, nos estábamos delatando con la autoría de la aparición y/o desaparición. Así que mejor dejarlo. Muerto el perro se acabó la rabia.

    Dicho esto, esta semana tengo quiero comunicaros que si tenéis algún despiste o se os olvida algún nombre, cosa que hacer, felicitación, etc, etc, no os asustéis y penséis cosas extrañas. Los despistes y olvidos a partir de los cuarenta están a la orden del día y si no, os cuento algunos.

    El otro día nos juntamos unas cuantas amigas que hacía tiempo que no nos veíamos y a raíz de una tardar mucho, pues se había equivocado de cafetería y sentirse fatal y preocupada por tal olvido, para quitarle hierro al asunto empezamos a contar despistes y luego hicimos una votación y la que hubiera tenido el mayor despiste estaba invitada a cenar por todas las demás. No os voy a desvelar quién ganó, pero os doy la oportunidad de votar. La semana que viene os dará la respuesta. ¿Cuál consideráis el mayor despiste? Ahí van:

    Mi amiga Mariven nos contó que el verano pasado se fue a la playa y cuando estiró la toalla en la arena, se puso los mil y un bronceadores, fue a abrir la sombrilla de playa y se dio cuenta de que como la misma está en un cuarto escobero, había bajado en su lugar la tabla de planchar. La verdad es que lloramos de la risa, más que por el despiste, por la cara a cuadros que debían tener los bañistas preguntándose dónde porras iba a enchufar la plancha correspondiente.

    Acto seguido de que nos recuperáramos de las risas y lágrimas y acabáramos con los kleenex, tomó la palabra Carmen para contarnos que el verano pasado estuvo visitando a su familia en Málaga, y estando familiares haciendo un crucero fueron a despedirles al barco y un amigo de la naviera, la dejó subir para cotillear un poco antes de partir y que conociera el camarote, salones, salas de fiestas, y demás preciosidades de ese hotel andante y con tanta emoción, trajín de ir y venir, no oyó ella ni los familiares cómo el barco zarpaba y cuando asustadísima fue a suplicar que la devolvieran a tierra, le dijeron que nanay del paraguay, que se quedaba y además tenía que pagar un pasaje. La que armó debió ser tan gorda que al final llamaron al Práctico del puerto para que la devolviera a tierra, ya pasada una hora de navegación. Y es que el genio de Carmen no tiene parangón, menuda es. 

    También después de recuperarnos y pensar para nuestros adentros que yo la hubiera llevado a Canarias pues se lo tenía merecido por despistada, tomó la palabra María para decirnos que su mayor despiste fue irse de viaje a un congreso y cuando estaba en el avión darse cuenta de que se había dejado la maleta que contenía lo necesario para dos noches/tres días en la cinta del control del aeropuerto. Sí allí donde te hacen descalzar, desvertir, descinturarte, desjoyarte, desposeerte de tu botellín de agua mineral (que después podrás comprar al triple o cuádruple de su precio dos pasos más adelante), y después de eso encima pasar por el arco y pitas. 

    Entonces un/a policía empieza a manosearte para buscar las pruebas del pitido. Pues eso, allí mismo fue. La pobre a la media hora de vuelo se dio cuenta y le entró tal soponcio que se puso a llorar cual Magdalena y la azafata se apiadó de ella, dejó que hiciera una llamada para la recuperación de la maleta por parte de su marido, además de darle en el hotel un kit de supervivencia que incluía unas preciosas braguitas de papel y una camiseta talla XXL.

    Aquí más que llorar de risa, le pusimos una cara de ‘noooooo nos lo podemos creer’ que la pobre nos dijo, ‘lo veis como voy perdiendo la memoria’. Acto seguido le dijimos que lo que tenía es que viajaba mucho y trabajaba más y ya está.

    Y la penúltima fue Carmencita, la benjamina del grupo que es un cielo de persona pero despistada hasta decir basta, nos comentó que se ha cambiado de piso y se ha ido a vivir a una zona residencial preciosa que acaban de construir con bloques de pisos muy espaciosos y muchas zonas comunes, y que para ponerse de acuerdo con lo de los aparcamientos han hecho un ‘chat” con watshap pues por lo visto hay un poco de jaleo pues no está terminado el parking. 

    Y continuó comentándonos que a un vecino amante del cine y fan de ‘Almodóvar’ se le ocurrió poner que había fallecido Chus Lampreave  (gran actriz la cual seguía trabajando a pesar de sus muchos años), y ella con sus despistes habituales y queriendo ser educadísima, puso en el chat: ¿Y en qué piso vivía, pues me gustaría ir a darle el pésame a su familia?  No nos podíamos creer que no supiera quién era y nos dijo qué claro que lo sabía...por eso le sonó el nombre.  Le preguntamos si alguien le había dicho el piso, y bajando la cabeza avergonzada nos comentó que 'dieron la callada por respuesta'.  Lógico.

    Y para terminar tomé la palabra y conté un despiste garrafal que ocurrió cuando mi hermana gemela y yo sólo teníamos unos ocho o nueve años. En el Colegio nos hicieron rellenar algo con nuestros datos y en el lugar correspondiente al lugar de nacimiento, una de las dos puso ‘Tetuán’, y la otra, puso ‘Ceuta’, y supongo que nos quedamos tan panchas, niñas felices e inocentonas que éramos en aquellos bonitos años. 

    La cosa debió llegar a mayores pues por lo visto al día siguiente llamó la Superiora a mi madre para preguntar e interesarse por cómo se había desarrollado nuestro parto. Preguntaron si ocurrió en un coche camino de un sitio a otro; o si fue en un tren, o acaso en ambulancia. Si intervino el chófer o fue un médico que auxilió a la parturienta en mitad de la carretera, si salieron las noticias en los medios, y otros sustancioso detalles.

    Ya se sabe cómo son los partos gemelares y más en aquéllos años. Recuerdo que mi madre dijo que había pasado una vergüenza horrible, y nos quería hacer una medallita para llevar en el cuello que además del grupo sanguíneo (que nunca viene mal) pusiera: ’yo he nacido en Tetuán, (Marruecos)’. Desde luego si se me olvida un día es porque la cosa va muy mal.

    Y bueno amigos, ahí van los despistes que votamos. Quién de nosotras creéis que tiene una invitación ganada? La solución la próxima semana. Ahí os quiero ver.

    (Foto de A. Alonso-Misol tomada en el Museo Es Baluard de Palma de Mallorca, en donde una señora se muestra muy despistada al intentar volver a entrar al Museo desde una de sus preciosas terrazas).

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Despistes de verano

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