
Mis salidas fuera de mi pecera estas últimas semanas, han
sido suculentas en muchos aspectos.
Fruto de ello ha sido mi ausencia de entradas en mi
blog. Vaguería supina. No tengo excusa. Pero también los pececitos tenemos derecho a
alguna salidita que otra. ¿no? Glu, glu, y glu….
Sigo teniendo operarios en mi casa y todavía queda, pero
la cosa va viento en popa y a toda vela.
Pero ello me ha dejado mucho tiempo para otras actividades
extrapeceriles. Por ejemplo, varias salidas a la playa.
Las primeras con todavía un poquito de frío (hasta metí
un momento los dedos de los pies en la arena para que estuvieran un poco más
calentitos, con eso os digo todo), y otras con días más soleados. Muy tranquilitas y con mucho relax y muy
buena compañía.
El día del frío, mi amiga me avisaba de que se nos estaba
quedando una voz de ‘moco’ tremenda. Y
era verdad. No sé cómo no cogimos un
resfriado de esos de aúpa.
Pero las dos últimas, me han hecho comprobar tristemente,
que ha llegado el verano o está a punto: un calor soportable pues había brisa,
gente alrededor pero no excesiva, pero lo de que no se libra uno en esta Isla y
supongo que en todas las playas donde haya mucho turismo, es del bombardeo de:
‘Melone, melone, coco, ananás, sandia….’ a grito pelado y dejándote casi sorda (el vendedor de fruta con carretilla que pasa por delante tres o cuatro veces, si no te toca la lotería y se para al lado tuyo).
Después tenemos el paseíllo de siete u ocho o
tropecientas chicas orientales ofreciendo ‘masssage….massage….’
Cuando ya crees que te has librado de la venta ambulante
y los masajes, pasa el de los pareos, que aunque te vea tumbada en tu hamaca
con los ojos cerrados notas que alguien te tapa el sol y te roza un pareo
gigantesco, fruto del tamaño y del viento, al mismo tiempo que oyes ‘bonito…bonito…
barato…barato’.
Y no acaba así la cosa, pues pasan los dos o las dos que
gritan: ‘water, cola, lemon, birra, ….’ (llevando una
nevera azul inmensa con tapa blanca y con pajitas en la mano para ofrecer al
futuro comprador).
Yo, cansada de mover la cabeza de derecha a izquierda y
viceversa, ya opto por hacer con la mano el signo de ‘NO’ pues se supone que la
playa es: calma, sosiego, paz, tranquilidad, escuchar el ruido del mar y si hay
brisita, dar gracias a Dios de vivir en esta preciosa isla.
Pero hoy tenía al mismo tiempo, al del pareo agachado al
lado mío, al gritón del ‘melone, coco, ananás’ parado justo
delante de mí con su carretilla y con su cantinela continua, a otro vendedor
que llevaba sombrillas medio abierta que casi me ha dado en la cabeza; a la de
’
que ya le había dicho antes que no y me debe ver muy necesita de
masajes. ¡Claro que los necesito! ¡Y tanto! Puesto que eso parecía más el Gran Bazar turco en plan ambulante en lugar de una playa.
Con lo a gustito que estaba yo con mi bikini nuevo, mi pareo
rosa que mis queridas amigas gemelas me trajeron de Hawáii, y con mi toalla chulísima de mi siempre
añoradísima y querida Pilar, y mis kilitos (o kilazos) de más al sol, para que
te venga el mercado ambulante entero a tu hamaca y a pie de obra (nunca mejor
dicho dado el estado de mi casa).
Así que he decidido que cuando vaya sola a la playa, voy
a poner en mi hamaca un cartel que diga algo así como ‘no comprar, no comprar, no
necesitar
nada’, como en las puertas de los edificios que ponen ‘esta comunidad
no admite publicidad’.
P.D. Confesión de
pececita: He visto algún programa de Supervivientes. Sí, lo admito. Y bueno….¡ya quisieran todos los que han ido
a ese ‘reality show’’ ser supervivientes de verdad.
Como gran cinéfila que soy recomiendo que todos ellos vean
la película del gran Tom Hanks, llamada ‘Naúfrago’ y aprendan (¿Cómo puede un
solo actor mantenernos atentos y entretenidísimos durante más de una hora él
solito y nadie más: Extraordinario!).