Este año por primera vez decidimos pasar el Fin de Año fuera, en algún lugar que hiciera frío, que tuviera muchos mercadillos navideños y se respirara ambiente navideño por todas partes.
Nos dirigimos a Estrasburgo, vía Barcelona, el 30 de diciembre y me he quedado enamorada de esta bellísima ciudad, especialmente de la situación de nuestro Hotel en la “Petite France”, la habitación con vistas a sus casas típicas con entramados de madera y al Rio I’ll que bordea la ciudad. Una maravilla!!
Todo Estrasburgo es decoración navideña. Sus fachadas, la iluminación, las calles. Ya no sabes dónde mirar.
Recomiendo la visita con uno de esos barcos transparentes por el Río I’ll y de una hora aproximadamente de duración. En otra época del año y con más tiempo hubiéramos podido disfrutar de una de las ciudades más culturales de Europa, Museos, Conciertos, Actividades de todo tipo, etc.
Gastronómicamente también una maravilla. Olvidaros por unos días de cualquier tipo de régimen y probad sus quesos, su foie extraordinario, las tartas flambées (flammekueche), digamos, para haceros una idea, que son una especie de pizza cuadrada con una pasta finísima e ingredientes a base de cebolla, queso, bacon… Probé dos y las dos extraordinarias. Y no dejéis de iros sin probar aunque sea para repartir sus famosos chucrut alsacianos. Los mejores. También repetí con los escargots. Y los dulces, ya no hablemos. He venido con un “poquito” de sobrecarga grasil, más patente si cabe volando con la compañía “vueling”, quizás uno de los vuelos en donde más estrecha he ido, incluso teniendo que separar las piernas pues de frente no me cabían.
Lo único negativo fue que no había ni un solo mercadillo navideño. Los habían ya retirado debido a la baja afluencia de turismo (por los atentados parisinos el turismo se había desplazado a otras localidades y capitales) y también por seguridad. Así que me quedé con una plaza Kleber famosa por sus mercadillos, completamente vacía y con sólo un Arbol de Navidad. Eso sí impresionante.
Olvidaros los que seáis como yo, tradicionales de las uvas y de las campanadas, de celebrar a la “española” el principio de Año. Allí se celebra con más pena que gloria... Lo más un grupo de unas cien personas delante de la Catedral, mientras llovía y algunos espontáneos fuegos artificiales chocando contra la Catedral ante nuestro estupor, mientras las campanas tocaban otras campanadas que no tenían nada que ver con las de principio de Año. Los demás en sus casas particulares o en cenas en hoteles. Pero para mí valió la pena pues nunca había estado delante de una Catedral tan preciosa, pasando de un año a otro.
El día 1 de enero nos decidimos a hacer la Ruta del Vino. Increíble. Os lo recomiendo. Nosotros, y como "un día es un día", alquilamos un coche de seis plazas con chófer (en este caso una chófera), que nos llevó a visitar unas cuentas poblaciones alsacianas. Si ya Estrasburgo me había enamorado, conocer Colmar, Riquewihr, Kayserberg, Ribeauvillé o Molsheim, fue una maravilla. Allí sí que pudimos disfrutar de mercadillos navideños, no muchos, tomarnos el típico vino caliente con canela, todos menos yo...que la vez que lo probé no pude resistir su sabor, y pasear tranquilamente sin ninguna aglomeración.
Y ya de vuelta el día 2, con muchas ganas de volver con más tiempo para recorrer en primavera toda la Ruta del Vino, y no dejarnos ni una sola población. Son preciosas.
Hoteles:
- Hotel Regent Petite France. Extraordinario.
Restaurantes:
- En Estrasburgo: Le Baeckeoffe (sitio típico con mucho encanto). Brasserie Flo (pasé la noche de fin de año, es elegante pero demasiado caro y su decoración rococó, servicio estupendo pero me gustan más los sitios con chispa). Au Pont St. Martín: comes o cenas con cristales pegados al Río I’ll. Este restaurante es muy popular y tiene su gracia, aunque los bancos incomodísimos y el servicio un poco lentorro. Brasserie Au Dauphin: me gustó mucho y muy buen servicio.
- En Riquewi: comimos en el restaurante de un Hotel Relais Chateaux (ya que era tardísimo, para nosotros no tanto, las 14.30, pero para ellos sí) y todos los restaurantes estaban cerrados. Quizás una de las mejores comidas del viaje.