• Un pipí en pleno paseo marítimo



    Hace dos jueves nos reunimos a manteles un grupo de amigas llamadas ‘las chicas del trece’.  Lo del trece da la casualidad de que además de empezar la primera reunión un día 13, cuando estamos todas, somos trece.  Y ninguna, que yo sepa, supersticiosa.   

    Comimos en pleno Paseo Marítimo, a casi ras del agua, con todos los mástiles de los veleros reflejándose en nuestra preciosa bahía y disfrutando de un día soleado con una temperatura excelente.  La verdad es que fue muy agradable en todos los sentidos. Y cuando alguna ya empezó a irse y despedirse, lo hice yo también.  Se ofrecieron a llevarme en coche a casa, pero me convenía ‘bajar’ el estupendo gató con helado de almendra, que me había tomado en los postres.   ¡Ay, el dulce… mi perdición!

    Así que me dije que veinte minutos de caminata y cuesta arriba, harían bajar tan suculenta comida y postre. Conclusión: si bajé un pedacito de pan con mantequilla, puedo estar contenta.  Para qué vamos a engañarnos.

    Cuando llegaba ya el semáforo justo que cruzándolo da a Avenida Argentina, volví a ver uno de mis árboles preferidos.  Y estando el semáforo en rojo, me dije:  ‘Mila: vuelve a tus amores hacia la fotografía y haz unas bonitas fotos’.

    Total, que empecé por una de lejos (que es la que sale en la cabecera de este escrito); seguí con otra un poquito más cerca; la tercera era ya a como cuatro o cinco metros.  Y la siguiente que tenía pensada, era una echada literalmente en el césped (mi profesor de fotografía, Leo, nos enseñó todos los métodos para sacar una buena foto; en ellos se incluía por supuesto tirarse en el suelo, sea de mármol de Carrara, de asfalto duro y sucio o de lo que fuera, para lograr el ángulo perfecto, agarrarse a un árbol, farola o lo que fuera, para que pulso no nos temblara y reflejara en la foto).

    Así que fiel a Leo y cuando ya estaba medio arrodillada y pensando lo que a estas alturas me costaría levantarme, oí una voz bronca detrás del árbol gritarme: "¡Ya está bien, de mirar y fotografiar!"

    No entendí nada.  Me levanté y de repente vi a un hombre, salir de algún sitio de esa multitud de troncos preciosos, y que se subía la cremallera. 

    Al principio pensé en un exhibicionista, pero luego, la sensatez que da una comida tan deliciosa me hizo darme cuenta de que no me gritaba por eso, pues si lo era, de lo que se trataba es de. ‘cuanto más expongo y más miran mejor’.  Aunque lo que haya que ver fueran miserias (yo no vi ni por asomo nada de nada, ya que estaba por la labor del árbol no de otros menesteres).

    Pero lo que estaba claro es que era un cochino meoncete que llevaba una cogorza como un piano y le daba lo mismo estar en pleno Paseo Marítimo con vistas preciosas a la Catedral.  (Si alguno o alguna tiene curiosidad y amplia la foto, vera que soy inocente totalmente pero que sí, que hay un meoncete en una de sus gruesas ramas, haciendo sus cosas).

    Me sentí tan avergonzada, que estuve a punto de decirle, que yo sólo quería fotografiar el árbol y nada más. Pero lo mejor es la callada por respuesta en según qué circunstancias.

    Cuando llegué a casa y habían pasado un par de horas, empezamos lo típico, el ‘chat de las chicas del trece’, en donde todas decimos lo bien que lo hemos pasado, lo bueno que ha sido todo y damos miles de gracias.  Lo hacemos con verdadero sentimiento, es la verdad y bueno, supongo que los que estén a nuestro alrededor estarán hartos de nuestros ‘clin’, ‘clon’, ‘bib’, ‘silbidito’, etc, etc, de los mensajes de whatsapp.

    Así que me decidí a contarles mi soponcio y vergüenza y todas me contestaron que era un cochino, un marrano, un puerco, etc, etc, (he puesto los más suaves) y que se aprovechaban de que ‘ellos podían hacer pises de pie sin importarles a algunos el dónde).

    Y entonces les dije en el chat, que NO, que estaban muy equivocadas.  Que ahora las mujeres podíamos hacer pipí de pié y además con fotografías del artilugio en cuestión, que os mando por si os encontráis en una excursión, caminata, apuro, etc, que sepáis que las mujeres también podemos tener esa ventaja, eso sí, no como el marrano del árbol, sino con educación y señorío.

    Y os preguntaréis qué cómo tengo ese artilugio en casa, dada mi poca afición a las caminatas, excursiones y cualquier actividad de esas que te quedas tan sudorosa y cansadita.

    Pues para terminar os diré que fue fruto exclusivamente de un acto llamémosle de educación y cortesía hacía alguien tan eficiente en su trabajo. Y es que una tarde haciendo tiempo en la calle para una conferencia, vi una tienda que me llamó la atención.Tenían todo tipo de cosas y algunas muy curiosas y graciosas, pero la verdad todas de tipo de ‘chorraditas’.

    El caso es que la inmensa tienda estaba completamente vacía, sin nadie, y se acercó el dependiente que se empeñó en enseñarme de todo, cosas muy graciosas, y después de un cuarto de hora de enseñarme las originalidades de su tienda, al final ya me dio tanta vergüenza el esfuerzo y tesón y lo cariñoso que era, que dije: "lo próximo que me enseñe se lo compro".

    Y me enseñó una bolsita que os muestro en la foto.   Y yo pensé: ‘Qué mono, debe ser como cuando era pequeña un juego de barquitos con recortables. Se lo regalaré a alguna de las amigas con nietos y nietas.’

    Si mi profesor de inglés, Christopher, lee esto me mata pues después de cuatro años bien podía imaginarme lo que era sólo con leer el ‘Stand up and PEE’.

    Le dije al dependiente: ‘Me lo llevo’  Y me contestó.  ‘Espere que le diga como funciona’.  Pensé, qué cosa más rara, pero igual lleva tijeritas, pegamento, …yo qué sé, ya no podía más.

    Total que abre la bolsa y saca uno y abre uno de los cinco cartones que hay y lo desdobla tal como os muestro.  

    Y me dice:

    Cuando usted se encuentre en un apuro, sea excursión, barco, playa, etc, y tiene ganas de ir al baño, ésta es la solución para las mujeres: Se baja usted la cremallera del pantalón (allí me señaló su cremallera…..) y después…..

    En ese momento, dije ‘me lo llevo’ cobre por favor que tengo prisa.  Pues pensé, ya sería el colmo que me dijera cómo colocármelo ‘in situ’. Y pensé.... que igual era tan profesional que me enseñaba hasta a utilizarlo. '

    Así que ya sabemos que hay alguien que ha pensado en nosotras a la hora de hacer un pipí y nos ha fabricado este invento.  Le tendríamos que hacer un homenaje, pues una vez en casa y dudando de que ese cartón, por grueso que era, pudiera servir, lo probé….  Y no precisamente en el water (no me fiaba de que el chorro fuera directo a la taza). Lo probé, vergüenza de vergüenzas, en la bañera con las mamparas bien cerraditas.  Y funciona de maravilla. Eso sí, el chorro sale con una fuerza tan grande que os recomiendo que si lo compráis hagáis vuestras necesidades lejos de cualquier ser vivo.

    Y por favor lejos de cualquier persona que no sea del grupo de excursión, playa, etc, pues imaginaos que lo empleáis detrás de un árbol y unos excursionistas, por poner un ejemplo, ven a una señora haciendo pipí de pie, con la velocidad de ese chorro… ¿qué pensaría?.  Pues que sois un hombre disfrazado de mujer.   No pasa nada, pero pienso que no es lo suyo.  En según que momentos la intimidad es necesaria.


    (Esta entrada va dedicada a mis queridas ‘chicas del trece’.  Suelen decir que los amigos de verdad, se pueden contar con los dedos de una mano.  En estos momentos entre ellas y otros grandes amig@s, ya no me bastan ni contarlos sumando incluso los de los pies.  Gracias a todos mis amigos y amigas por el apoyo y cariño que me estáis demostrando en especial estos últimos meses.  Os quiero!!!!).

                (las fantásticas chicas del trece)




      
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