Muy sencilla: para el que ha perdido algo, la sección
donde espera encontrarlos es lógicamente ‘objetos perdidos’. Pero para los que trabajan allí, la sección
también por la misma lógica es ‘objetos hallados’.
Desde pequeña en casa me inculcaron, que si encontrábamos
una monedita, por pequeña que fuera, o cualquier otra cosa, ya sea en la calle
o en el cole, había que llevarla a ‘objetos perdidos’ (siempre se quedará ese
nombre) o dársela a la monja o profesora ipso facto.
Y me llevé una reprimenda bien gorda cuando tenía más o
menos la inocentísima edad de cuatro años, un día que me dio en el Colegio de
parvulitos, ‘la Providencia’ por recoger todos los pañuelos que iba encontrando
en el suelo. Ya os podéis imaginar que
en aquellos años no había ‘kleenex’ o pañuelos desechables. Y tampoco había aparecido el perrito de
‘scottex’, anunciándonos ese papel tan suavecito para nuestros culitos, que va
también para nuestras narices en épocas de goteo. Los pañuelos eran de tela, con dibujos o
lisos, bordados o sencillos, pero me encantaban.
Así que un día de muchos constipados llegué a casa con
siete u ocho ‘triunfos’ llenos de mocos y otras bacterias. En casa los lavaron, los plancharon, me
regañaron y por supuesto al día siguiente llevé en un papel de seda a mi
‘profe’ mi ‘no hurto’ pues yo creía que, siendo tantos hermanos, lo que había
llevado a casa era la salvación de los constipados y un ahorro considerable
para la unidad familiar.
Todo esto viene a cuento de que el otro día trabajando, y
en el rato del ‘bocata’ encontré a una amiga que había perdido la cartera y
como estoy bien cerquita de ‘objetos hallados’ la acompañé al mostrador.
Pero estando allí me quedé después un ratito y saqué mi
vena de reportera/periodista frustrada y empecé a echar una ojeada rápida a lo
que tenían por allí que se veía, pues después hay un cuartito al fondo en donde
todo está super bien clasificado para tenerlo a punto cuando alguien se
presenta. Además de su correspondiente
base de datos.
Lo primero que vi en la estantería de encima del
profesional encargado de esa sección y para más señas, llamado Pepe, fue una
urna. Sí, una urna de esas que contienen
las cenizas de un difunto.
¿Cómo se puede perder una urna llena de cenizas? Y lo que es peor, si la pierdes, que ya es difícil y son ganas, ¿no se te ocurre buscarla llorando por todos los confines?
En este caso me temo que el que había sido
antes de las cenizas, persona, no dejó muy buen recuerdo en sus seres cercanos,
y debieron decir: ‘Oh, qué pena, se ha perdido la urna, seguro que como ocurre
con todo lo perdido nadie nos la devuelve… y es que la gente es más
insolidaria’, y se quedaron tan panchos.
Y así quedó la cosa y allí está, eso sí puesta en las alturas.
También vi unas banderillas de torero. Yo creía que lo de la España de charanga y
pandereta, que diría nuestro sublime Antonio Machado, ya había pasado, pero se
ve que no. La verdad es que tiene delito
lo de llevárselas de recuerdo, pero viendo la calidad de algunos de los
turistas que nos visitan y las cogorzas que cogen, no me extrañó para nada.
Pero además de ver de reojo, varias sillas de ruedas,
ordenadores, carritos de bebé, maletas, paraguas, etc, etc, lo que no pude
resistir es preguntarle a Pepe, ¿qué era lo más raro que les había llegado?
Me contestó muy serio que una ‘pierna ortopédica’. Me debió ver mi cara y me dijo que sí, que
era raro, y que, al enterarse la prensa, lo publicaron cuando se encontró en
un periódico. Yo pregunté si nadie la
había echado a faltar y me dijeron que no.
Tonta de mí pensé que a ver si alguien la podría
reutilizar. Pero no. Al igual que la dentadura postiza que también
alguien perdió y se encuentra allí, (me imagino que también perdida en un
estornudo, una sesión de tos compulsiva o vaya usted a saber), son objetos muy
personalizados, y que como esos carnets que te ponen que son intransferibles,
sólo los puede utilizar la persona dueña del mismo.
Una compañera de trabajo al comentárselo me dijo que
hacía muchos años en su barrio había un pobre que pedía dinero que siempre iba
bastante alegre y que tenía una pierna ortopédica y que cuando la perdía (cosa
que ocurría muy a menudo) la sustituía eventualmente por unas muletas a la hora
de pedir, pero lo raro del caso es que al cabo de un par de meses aparecía sin
muletas. Ignora mi amiga si le
fabricaban una nueva (me cuesta creerlo que la seguridad social esté para ir
fabricando a medida que se van perdiendo) o es que la encontraba por algún
sitio.
Así, que ya sabéis.
Si encontraseis o hallarais algo, por favor id a ‘objetos hallados’ y
entregarlo pues os puedo asegurar que hay personas muy buenas que depositan
todo lo que encuentran allí. Y por muy
raro que sea lo que encontréis y penséis que nadie lo va a reclamar, siempre encontrareis
algo mucho más curioso. En este caso,
una auténtica, personalizada y en buen estado de conservación pierna. Menos mal que ortopédica. Es un consuelo.