• Adiós a mi apéndice




    Durante este último mes me han llamado muchos amigos preguntándome si ya no escribía en mi blog pues llevaban desde enero sin ver nada mío.

    Palabras que he agradecido mucho, pues todavía hay alguna persona que se interesa por lo que escribo. 

    Pues la verdad es que sí, me han pasado algunas cositas.  Entre ellas que he tenido que interrumpir mi ardua tarea de empaquetar cajas y cajas, cosa que llevaba a un ritmo trepidante y estupendo.

    Y todo ello debido a una dolencia que me ha tenido y me tiene todavía postrada.  Y es que 'me han robado mi apéndice'. 

    Por una parte prefiero que me roben eso a otra cosa.  Y además queda muy chulo, aunque no menos doloroso, decir que te han operado de apendicitis, pues es como si todavía fueras una chavalita.  No sé por qué se asocia dicha operación a la juventud.  Pero no está mal.

    El caso es que debido a muchos y muchos dolores y encontrarme muy malita, al final después de una ecografía y un TAC (pues no me veían nada) encontraron la causa de tales dolencias: un apéndice en mal estado.

    Así que dicho y hecho.  No me dejaron ni volver a casa.  A ingresarse y operar deprisita para que no fuera a más.

    Y menos mal que fue deprisa, pues cuando el médico vino a verme y me explico el estado de mi apéndice: 'Que si aplastado, que si supurando, que si 'este estado viene de lejos' que si además estaba escondido debajo del intestino... etc',  y encima me iba poniendo unas caras como de 'estado putrefacto', me sentí tal mal que le dije toda abochornada: 'Siento doctor haberle dado tanto trabajo....' tipo emoticono con lagrimita y compungido. 

    Después fue él el que me las pidió a mi por ser tan expresivo con sus caras (que eran un poema) y me dijo que la culpa no era mía, sólo faltaría, apuntilló.

    Me vino a la memoria cuando era jovencita e iba a ver a la clínica a amigos y amigas que habían operado de lo mismo y me acuerdo como si fuera ayer, de haber visto en la mesilla de noche, algún que otro apéndice en un frasco metido en alcohol.  Y al dueño o dueña del mismo enseñarlo con toda la alegría del mundo.  Eso sí, yo con una cara de asco que no podía con mi alma. 

    Yo no sé si lo hacían para certificar a los padres que les habían quitado el apéndice y no una pierna, un brazo o cualquier otra fruslería,  pero aún lo recuerdo con repulsión.

    Si ya de por sí, dicen que el apéndice no sirve de nada.  Pero de nada de nada, sólo para que den estos sustos que me han dado a mí,  entones mi pregunta es bien clara: ¿para qué puñetas se guardaba el apéndice en un frasco?.

    Y lo peor y lo que nunca llegué a preguntar por prudencia y educación.  ¿Qué se hacía después con dicho rabillo?.  ¿Se enterraba?.  ¿Se tiraba a la basura?. O ¿todavía debe haber alguien que lo guarde como esos frascos tan horribles que salen en las pelis con fetos y otras porquerías y malformaciones?. 

    No sé, pero gustos hay para todos.  Y puestos a pensar, si el apéndice es tuyo, pues lo justo es que te lo devuelvan, aunque sea salido de tu cuerpo serrano.

    Ahora toca recuperarse, que va un poco para largo.  Me da penita no haber podido acabar mi 'Proyecto' del Arxiu del cual tanto estaba disfrutando y estar con mis compañeros, jefes y el buen ambiente que había.  (Nos quedaba además la merendola de despedida, ñam, ñam......) . Pero bueno, ¿quién sabe?.  Igual hay más oportunidades y yo encantada allí estaré para cualquier cosa que me ayude a sentirme bien y viva.

    ¡Ay, eso sí, mi Carlitos... ¡cuánto te he echado de menos!.  Aunque si tuvieras que hacerme las curas que me hacen, tus caras sí que serían de lujo...... Lo tuyo no eran las clínicas.  Aún así no he tenido nada de miedo,  ni a la anestesia,  ni al post-operatorio ni a na de na.  Se ve que me has infundido ánimos. Seguro.

    Gracias a los que habéis añorado, aunque sea por educación, mi querido y sencillo blog. En especial a mi querido primo Miguel Huineman, 'Miki' (que además de darme mucho caché el tenerle de lector, escribe que ya quisiera yo, y encima me hace saltarme los puntos de la operación, cada dos por tres... ¡eso es un primo y que se quiten los demás!.).  

    Y gracias por todos los obsequios que me habéis regalado: plantas, flores, libros, bombones, torrijas, monas de Pascua con sus pollitos (¡qué ilusión!), y demás 'cositas' que harán, seguro, que mejore la cara de acelga mohosa que paseo estos días.

     ¡Ay ay ay¡ y tres ¡Ays más',..... acabo de toser y no me había sujetado mis tripas.  Qué dolor, qué dolor........qué dolor......  




    P.D.- El dibujo de la esta entrada, un pequeño homenaje a un gran hombre, sensible, tierno, inteligente.  Un auténtico ser humano irrepetible. 



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