• Como el camarote de los Hermanos Marx





    Ya estoy en mi nueva casa.   En estos momentos parece como un 'tetris,' pues segĆŗn mi cuaderno de ‘bitĆ”cora’ en donde apuntaba numeradas las cajas y su contenido, lleguĆ© a rellenar 80, entre medianas y grandes, y me deben quedar la mitad por desembalar y las que me interesan, justo estĆ”n en el rincĆ³n mĆ”s alejado de mis posibilidades de 'contorsionista', que no son muchas, dicho sea de paso. 

    Y resulta que estoy desde hace dos semanas con sĆ³lo un tenedor, una cuchara sopera y un cuchillo de cocina birrioso.   Y descubro que se puede vivir perfectamente organizĆ”ndote bien. 

    Te tomas la crema o sopa o consomĆ© con la cuchara, despuĆ©s tu pescadito a la plancha o carne con ensalada y/o verduras con el tenedor y cuchillo (en casos extremos las normas de educaciĆ³n de emplear la pala de pescado y tenedor 'al uso', se pueden perdonar y aĆŗn dirĆ­a mĆ”s, justificar) y cuando llega el postre, si es como hoy, una rodaja de piƱa (se lavan los empleados en el segundo plato y los empleas ) y si es como ayer, un danone desnatado con trozos de melocotĆ³n (dato importantĆ­simo), se lava el cubierto del primer plato, (en el caso del danone confieso que la cuchara no entra muy bien en el habitĆ”culo cuadradito de su contenido).

    Asunto zanjado.

    DespuĆ©s. siguiente asunto, poner la casa al dĆ­a en instalaciones, internet, seguros, cambiar grifos y lavabos del aƱo del catapĆŗn chimpĆŗn, encajar electrodomĆ©sticos.  Ah, amigos mĆ­os! Eso es trabajo arduo.  

    Y ya no os hablo de los asuntos administrativos de cambio de domicilio.  Eso es otro cantar, pero hay que reconocer que al menos te ocasionan un ratito de aire libre y de caminitatitas y te obligan a 'ejercitar la paciencia', que eso nunca viene mal.  Yo la necesito Ćŗltimamente a raudales.

    El jueves pasado mi casa parecĆ­a el camarote de los fantĆ”sticos Hermanos Marx. 
     
    TenĆ­a previsto la llegada del 'Cortinero'.   Antes la llegada del 'Encargado del Seguro de la casa' y antes del' Electricista', 'Maestro de Obras', etc, para tomar medidas,  y calcular todo.  Al mismo tiempo los de ponerme internet y el fijo, (este tema, queridos lectores amigos, darĆ­a para muchas entradas de bloc, pero me imagino que como todos lo habĆ©is sufrido, no tengo ningĆŗn derecho a recordaros esos momentos de impotencia y desesperaciĆ³n), tambiĆ©n venĆ­an pero me dijeron que con 'una horita' estarĆ­a solucionado.

    Se retrasĆ³ uno, el cortinero, que se juntĆ³ entonces con el del seguro, que me tenĆ­a que sentar con Ć©l y hablar del tema.   

    AsĆ­ que ya me veis atendiendo a cuatro personas, cuando suena el timbre y me veo a Mariano, el fontanero que me ha recomendado mi hermana, y me quedĆ³ como si viera al de la prueba del algodĆ³n (que no pasarĆ­a) y es que se me habĆ­a olvidado que lo habĆ­a citado tambiĆ©n esa tarde.

    Y mientras pido diez mil veces perdĆ³n al del seguro, busco la escalera para el cortinero, que por lo visto ya desesperado la iba buscando de habitaciĆ³n en habitaciĆ³n, y no era por cotilleo, estoy segura. Y le acompaƱo, una vez sacada la escalera de dĆ³nde no me acordaba que la habĆ­a puesto (y ya es difĆ­cil dado su tamaƱo),  

    Vamos a una habitaciĆ³n para ver si aprovechamos unas cortinas antiguas.  Me dice muy honrado, que 'no gaste en cortinas nuevas, que estas me quedarĆ”n fantĆ”sticas.

    Mientras el fontanero, solito, abandonado, y no sĆ© si afligido o no, pues ya no me atrevĆ­ a preguntar, lo busquĆ© y el pobre estaba fuera en el patio, calculando cĆ³mo podrĆ­a funcionar mi lavadora.  QuĆ© 'angelito'.   Y el del seguro, viendo el panorama, me pide permiso para hacer llamadas que tiene pendientes.  Ingratitud e injusticia supina serĆ­a no concedĆ©rsela. Se la dĆ­. 

    Le ofrezco un cafĆ©, lo acepta, ya hablando por telĆ©fono, y con una inclinaciĆ³n de cabeza, en seƱal de gratitud. (Ahora me estoy dando cuenta que mis prisas me hicieron no preguntarle si lo querĆ­a descafeinado o normal).  Pero ya estĆ”.  Si no durmiĆ³ esa noche, debiĆ³ hacerla la siguiente,  ¡Ay... quĆ© remordimientos... pobrete!. 

    Los de wifi, me piden 'escamados ya', que por favor retire diez cajas pues la caja de internet sale de allĆ­, justo del sito que ellos suponen que tiene que ser, pues hueco alguno ya no queda en la casa.
    . 
    Me ayuda el cortinero  a ese menester, mientras los del 'wifi' aprovechan para el 'cigarrillo' en mi patio. (¿Debo ser la Ćŗnica que hace quince aƱos dejĆ© de fumar?).

    Y oigo al del seguro decirme: ‘si me necesitas voy’ (nos conocemos hace un par de aƱos).   Pasan cables y mĆ”s cables.  Tengo wifi.  Bien.  Tengo fijo, pero no me funcionan los telĆ©fonos antiguos.  Da lo mismo.  De perdidos al rĆ­o.

    Aprovecho que el Pisuerga pasa por Valladolid para pedirle al cortinero si me puede ayudar a montar un taburete de cocina que se me ha atascado.  Saca todas las herramientas y entre los dos a golpe de martillo, destornillador y fuerza, sacamos una pieza cilĆ­ndrica que por lo visto habĆ­a que quitar antes de montar el taburete pero que no venĆ­a escrito en ninguna parte. 

    El fontanero que espera su turno, querĆ­a ayudar tambiĆ©n, pero pensĆ© que ‘tres son multitud’.  Pero me dice si puede grabarnos para colgar en ‘You Tube’.

    Le digo que no, pero le doy las gracias, pues me temo que se hiciera viral con las posturas y los traqueteos que estamos dƔndoles.

    Al final se va el cortinero y firmo el seguro.  Veo que sale humo por el patio, salgo y es el fontanero que me habĆ­a olvidado de Ć©l y estaba el pobre fumĆ”ndose el cuarto pitillo sin cenicero eso sĆ­.  ¡Lo podĆ­a haber pedido, que la maceta no es un colillero!, pero no le regaƱo pues igual me suelta con justicia una bronca.

    El electricista viene mientras montamos el taburete y le suplico que venga en otra ocasiĆ³n.  Me dice que igual serĆ” la estaciĆ³n que viene.  Creo que no le ha sentado bien.  TendrĆ© que pedir a mis amigos y amigas el telĆ©fono de otro.  QuĆ© pena, con lo eficiente que es.  Y es que creo que le supliquĆ© de rodillas que viniera esa tarde.

    Total ,que este finde toca descanso.  Y en el fondo no me puedo quejar.  Todo estĆ” rodando y yo estoy feliz en mi nueva casa.  Con mi terracita llena de plantas y con mi patio que va a tener muchas mĆ”s.

    Ah, las mudanzas, quĆ© trabajo dan, pero: cuĆ”nto entretienen y la ilusiĆ³n que hace decorar tu nueva casa.!!!!

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