Una de mis mejores amigas tiene desde hace muchos años graves problemas de sueño. Hay noches que me comenta que sólo ha podido descansar un par de horas. Tal circunstancia me causa mucha penita, pues si yo no duermo casi mis ocho horas, al día siguiente tengo mis habituales ojeras, negras como el carbón. Pero ella lo dice con mucha naturalidad y siempre se la ve sonriente y lozana como una rosa.
Pero su falta de sueño tiene positivas ventajas para mí, pues cuando nos vemos o hablamos por teléfono, que es muy frecuentemente, me pasa el parte de todo lo que ha escuchado en la radio en sus largas noches de insomnio o ‘duermevela’ y realmente hay auténticas perlas que nos hacen soltar carcajadas por no ponernos a llorar.
Esta semana me ha comentado las últimas noticias en relación a los cambios que algún partido político está haciendo o intentando hacer, en las comunidades donde ha llegado al poder, en ‘pro’ de la llamada ‘paridad’.
Uno de ellas ha sido cambiar los semáforos de la ciudad de Valencia. Resulta que para ellos es completamente discriminatorio e indignante, que a la hora de cruzar la calle, las mujeres tengamos que hacer caso a una figura masculina, es decir una figurita verde o roja que simula un ser humano con pantalón, y por ello, e intuyendo que las féminas nos podíamos sentir completamente agraviadas, vejadas, lastimadas e injuriadas a la hora de cruzar las vías de nuestra ciudad o pueblo, han decidido cambiar ese auténtica figura machista y trasnochada por otra que ‘supuestamente creen ellos’ es la que las mujeres deseamos ver cada vez que cruzamos un semáforo.
Y cabezas tan inteligentes como son, han deducido que lo que las mujeres queremos ver para sentirnos dignas y no relegadas a la escala de la mujer cavernícola u algo parecido, es una figurita verde o roja con ‘falda'.
Le he dicho a mi amiga que no me podía creer semejante disparate, pero he ido corriendo a mi ordenador y ya he visto ‘in situ’ un selfie hecho por los inteligentes bien pensantes de Valencia, delante del semáforo de una de las vías de más afluencia de tráfico de esa bella ciudad, la llamada Xátiva, en la cual estaban fotografiados delante de un semáforo con una figurita que llevaba falda y patitas. Y entonces he puesto el grito en el cielo. Eso sí que es un símbolo machista.
En el último año, es decir, de marzo del año 2015 al marzo actual, he llevado pantalón casi todos los días. Solamente he roto esa regla por bodas y festejos en donde he querido lucir mis piernas (en verano por supuesto, que es cuando están a estas alturas de curso más dignas y bronceadas) y ahora es cuando les tengo que decir a los políticos valencianos, que me siento profundamente ofendida por el machismo y el atraso que supone el pensar que las todas las mujeres llevamos faldas. Por favor: ¿qué eso de pantalón en los niños y falditas en las niñas? ya no se lleva más que según en qué puertas de baños, colegios o mentes del año del catapún chimpún. ¿Pero en qué estarían pensando…..?. ¡Ay, Señor!!!!.
Otro gran y sorprendente cambio es en el ‘Congreso de los Diputados’. Según ellos, hay que suprimir la palabra ‘de los diputados’. Cuando lo oí, pensé que lo hacían porque era como querer decir, ‘el congreso somos todos’ en plan soviético, marxista, leninista. Pues no, el Congreso sigue siendo suyo y con sus escaños y su porción de quesito en su sitio, pero el cambio es porque la palabra ‘los diputados’ se supone que son sólo hombres. O se pone Congreso de los Diputados y Diputadas, con lo que se gasta mucha más tinta y tiempo en decirlo, o se quita del todo la palabra.
Así que hay una moción para que sólo sea ‘Congreso’. A mí, ni fu ni fa. Eso sí que no gasten ni un céntimo mío pues no estoy dispuesta a tal dispendio por tal bobada. Con lo fácil y lo que nos íbamos a ahorrar si sustituyeran la ‘o’ por una arroba y problema resuelto y además súper moderno y tecnológico. Pero no creo que a nadie se le ocurra. Para eso tienen que pensar, y empiezo a dudar de ciertas capacidades escondidas en el cráneo humano por parte de según qué dirigentes.
El otro cambio que van a hacer es en también la Comunidad de Madrid. El nombre de ‘Semana Santa’ desaparece por completo. Faltaría más. La palabra ‘santa’ es gravísima por las connotaciones religiosas que tiene. Pues vaya, resulta que a las mujeres, que nos han masculinizado ‘los días’, ‘los fines de semana’, ‘los meses’, ‘los años’ los ‘lustros’ e incluso ‘los siglos’, y sólo nos habían dejado ‘las semanas’ y una muy importante que encima es ‘santa’, van y nos la borran del mapa para llamarla a partir de ahora: ’Semana de Actividades’.
Pues vaya auténtica chorrada. Yo creo que somos de los pocos países de Europa que vamos a quitar el nombre de la Semana de Pascua o Semana Santa. Y eso que su ceguera y gran incultura les lleva a ignorar que miles y miles de turistas también vienen a España en esa semana, atraídos única y exclusivamente por esa tradición que son sus bonitas procesiones. Que se lo pregunten sino a los zamoranos, sevillanos, salmantinos, abulenses, cartageneros, etc., a ver qué les parecen llamar a las procesiones ‘actividades’. Ya me veo en Sevilla a Paco preguntando a Macarena, ¿esta tarde vas a la actividad?. Y contestando ella, que no puede, pero que irá a la ‘actividad de la Madrugá’.
Y otras de las lindezas que ha escuchado mi querida amiga y que me ha hecho soltar una auténtica carcajada, es que están barajando que desaparezca la palabra ‘homenaje’ por las connotaciones machistas que supone el nombre. Evidentemente si nos remontamos a su etimología, dicho nombre proviene del latín ‘hominaticum’ es decir, lo que les importa a ellos: proviene de ‘homo’, pero me pregunto yo, ¿si nos ponemos así, no empezaremos a tener que cambiar miles y miles de palabras con las mismas connotaciones? Y si hilamos tan fino, ¿no llegará un momento que cualquier hombre se negará a decir ‘soy demócrata’, ‘soy independentista’, ‘soy autodidacta? o cualquier otro adjetivo que termine en ‘a?’. Si seguimos así…al tiempo.
Y termino con un aviso para todas las mujeres para el año que viene en la festividad de ‘San Valentín’. Tener mucho, pero muchísimo cuidado, pues según la jefa del Instituto Valenciano de la Mujer, debajo de cualquier regalo u obsequio o celebración que nos haga cualquier hombre bajo la influencia del santito tan simpático de la flechita, subyace, (-perdón no quiero emplear esta palabra porque supongo que la susodicha jefa no sabe ni lo que significa-) rectifico, debajo de dicha festividad se oculta una auténtica ‘violencia de género’ y ha llegado a decir en twitter que habría que denunciarlos.
Desde que lo he escuchado no dejo de preocuparme y ‘pasar pena, pero pena de verdad’ por mi amiga Carmen que estaba tan contenta con su orquídea de los enamorados, que su marido le regala cada año el 14 de febrero, y que las tiene tan floridas y preciosas que son la envidia de todas sus amigas y amigos. La pobre va a sufrir mucho pues se va a llevar un disgusto enorme cuando se entere que después de treinta años de casada, y su marido, el buenísimo de Joan, adorarla y mimarla hasta la saciedad; hacer las labores del hogar; cocinar para ella su dieta específica; acompañarla a películas de amor que tanto le disgustan y haberla llevado de crucero por todo el mundo a pesar de sus constantes mareos y vomitonas (las de Joan, no las de ella), debajo de toda esa ‘auténtica pantalla’, según dicha jefa de jefas de las mujeres en Valencia, subyace un auténtico machista que lo único que pretende es autentificar sus raíces cavernícolas.
Y por ello, acabo de llamar a todas las amigas de la pandilla de Carmen y les he dicho que por favor en nuestras reuniones mensuales ni se les ocurra mentar dicha advertencia tan bien pensada y calibrada por la jefa valenciana, no vaya a ser que se le ocurra si se entera nuestra amiga y en un ataque de rabia, pena y dolor, arrojar sus treinta orquídeas acumuladas en cada San Valentín, por la ventana, al mismo tiempo que se sume en una tristeza infinita. Calladitas estaremos más guapas. Así que dejaremos que su marido le siga regalando una orquídea cada año, pero eso sí, sin quitarle ojo de encima y hasta haremos guardia si se tercia, por si oculto en esa cara bondadosa, mofletuda y sonriente, se oculta el más temible de los hombres. Para eso está la amistad, faltaría más!.