Esta semana pasada he observado y escuchado en las calles un montĆ³n de comentarios de padres y madres hacĆa sus niƱos pequeƱos, y no sĆ© si por el calor, por el agobio de las calles, porque eran dĆas nublados o por quĆ©, casi todas las frases eran del estilo: ‘Si no te estĆ”s quieto…te pego’. ‘Si no te callas, te doy en el culo…’. ‘Te la estĆ”s ganando’. ‘Te voy a dar’.
Yo ya pensaba que a estas alturas ningĆŗn padre o madre emplearĆa tal frase, a raĆz de la tantĆsima propaganda que se ha hecho en los medios, en relaciĆ³n al cambio en el artĆculo 154 del CĆ³digo Civil, del aƱo 2007 y en el cual se prohĆbe cualquier castigo fĆsico hacĆa los hijos.
Hasta entonces estaba permitido que ‘los padres corrigiesen de forma razonable y moderada a sus niƱos’. (frase sacada tambiĆ©n del CĆ³digo Civil).
Pero el otro dĆa bajando por una calle muy cĆ©ntrica, con mi carrito lleno de la compra de pescado semanal en el mercado, me sentĆ© un momento para tomar mi ‘cola light’ de costumbre, y escuchĆ© unos berridos horribles a mi derecha que procedĆan de un niƱo de unos cuatro aƱitos, mĆ”s o menos.
Los chillidos eran tan agudos que hasta los tĆmpanos me retumbaban y todo el mundo en la calle se giraba para mirarlo.
La escena no era otra de una madre con un carrito con un bebĆ© y al lado de ellos, otro hijo, en este caso el susodicho niƱo berreante que chillaba porque querĆa de una manera desesperante, un helado o polo, de una tienda de enfrente de ellos. La madre le decĆa que no, que iban a comer ahora mismo, y el niƱo ni la escuchaba: se paraba, se tiraba al suelo y chillaba cual poseso (estoy convencida de que si se le pone una copa de cristal de bohemia al lado de su garganta, se rompe en pedazos cual Bianca Castafiori, la gran soprano de los comics de TintĆn, cuando da su ‘do de pecho’ mĆ”s largo y agudo).
Y la madre avergonzada, diciĆ©ndole de buenas maneras que no y cogiĆ©ndole del Ćŗnico brazo libre que le quedaba, pues en el otro arrastraba un cochecito que ademĆ”s de un bebĆ© estaba lleno de bolsas tambiĆ©n del mercado.
Todos los transeĆŗntes mirando pues de verdad que el niƱo estaba dando la nota y haciendo una escena de esas de vergĆ¼enza ajena.
De pronto la madre ya desesperada y no pudiendo mĆ”s, coge y le da un fuerte cachete en el culo a su vĆ”stago. Y quĆ© querĆ©is que os confiese. Que sĆ³lo nos faltĆ³ aplaudirla pues el niƱo no tenĆa perdĆ³n y habĆa cogido ya la directa de ‘de aquĆ no me muevo y sigo chillando hasta que lo consiga’.
DespuĆ©s del cachete el niƱo se callĆ³, siguiĆ³ andando y llorando, pero esta vez sin reventarnos los tĆmpanos y todos tranquilos.
Pero de repente vemos que se acerca una seƱora y le dice bastante alto, que tenga cuidado, pues esta vez igual se libra, pero que si lo ve alguien y avisa a las autoridades igual se mete en un buen jaleo por maltratar a su hijo y hasta le podrĆan quitar la custodia.
Yo asistĆa atĆ³nita a esta conversaciĆ³n sin poder decir nada pues nadie ‘me habĆa dado vela en ese entierro’ pero con ganas de comentar, que la madre le ha dado un cachete a su hijo en una zona mĆ”s que blanda (el niƱo estaba mĆ”s bien ‘hermoso’ y tenĆa un culete bien gordete y bien almohadillado ), y que no creo que le hubiera roto nada y que gracias a ello nos hemos quedado los transeĆŗntes tranquilos y relajados. AdemĆ”s que la pobre antes le habĆa intentado argumentar y razonar por todos los medios.
La pobre madre bajĆ³ la cabeza y se fue con sus dos hijos como asustada y avergonzada. Me dio hasta pena.
Me puse a pensar en cĆ³mo han cambiado las cosas. ¿QuiĆ©n de nosotros, ya adultos, no ha recibido cuando era niƱo, ya no digo un cachete en el culo sino algo un poco mĆ”s fuerte como un zapatillazo, (algunos hasta en pleno vuelo) o algĆŗn capĆ³n, o algĆŗn manotazo en el brazo?.Yo desde luego algunos y bien merecidos.
Y es que cuando los niƱos nos hemos puesto pesados, berreantes, malcriados, abusones, y hemos sacado de quicio a nuestros padres, profesores, tatas, etc, creo que nos los hemos merecido ‘cum laude’, y si no, el que estĆ© libre de ese pecado que tirĆ© la primera piedra, como se suele decir.
Pues resulta que todos nuestros padres y madres que nos han dado un cachete sĆ³lo en momentos puntuales, y porque ya nuestra razĆ³n no estaba para palabras sino para hechos, actualmente habrĆan sido duramente amonestados.
QuĆ© querĆ©is que os diga. He preferido mil veces que me dieran un cachete en el culo, a la mirada seria, taladrante y llena de decepciĆ³n de mi padre o madre cuando habĆa hecho algo ya mĆ”s grave. ¡Eso sĆ que me dolĆa, y no un cachete en mis blanditas posaderas que sĆ³lo herĆan mi orgullo!.
Me comentĆ³ una vez mi padre que estando en la playa de Illetas baƱƔndose con mi madre, coincidiĆ³ con Grace y Rainiero de MĆ³naco, que estaban con su hija mayor Carolina de unos tres o cuatro aƱitos, y fueron testigos como Rainiero le dio un pequeƱo y casi invisible cachete en el culo a Carolina por alguna travesura que hizo.
¿Os imaginĆ”is que se le hubiera acercado alguien a decirle que igual le podĆan quitar la custodia de su guapĆsima niƱa?.
Una cosa es el uso y otra el abuso, y sigo pensando que cuando un niƱo o niƱa ya no quiere razonar y se pone hecho un mulo o mula, un simple cachete en el culo en esos casos estƔ mƔs que justificado.
Los que me pudieron dar de niƱa, -que por alguna investigaciĆ³n ya de mayor averigĆ¼Ć© que me llevĆ© mĆ”s de uno y mĆ”s de dos-, puedo aseguraros que bien merecidos los tuve y tan poco trauma me dejaron, que incluso si vagamente recuerdo alguno, lo hago con una sonrisa y pensando. ‘quĆ© felices tiempos, ayer cuando Ć©ramos niƱos…..’