• Ovejas contaminadas

    Ovejas en Madrid

    Manuela Carmena quiere que las ovejas pasen habitualmente por Madrid. ¡Es una preciosidad!, ha dicho.

    Este es otro de los titulares que me ha llamado soberanamente la atención estos últimos días.

    Resulta que desde hace años y a raíz de una iniciativa de la Asociación Trashumancia y Naturaleza para ‘reivindicar el derecho de paso por las cañadas reales’, un día de cada otoño, cientos de ovejas pasan por el Centro de Madrid, haciendo un recorrido que transcurre desde la Casa de Campo hasta el Palacio de Cibeles. 

    A mí me gusta verlo cuando sale en el telediario, pues pienso que todo lo que sea dar un impulso a la ganadería y/o agricultura, me parece muy loable y necesario

    Pero justo este año y no otros, Carmena se ha enamorado de esta tradición, y además de comentar todo el rato mientras iban pasando las ovejitas y con visible emoción en sus ojos: ‘qué bonito’, ‘qué lindas las ovejitas’, ‘qué rebaños más monos’, etc, ha tomado una determinación, que intentará por todos los medios llevar adelante. 

    La misma la ha bautizado como ‘renaturalizar la ciudad’. Para ello quiere establecer ‘el Camino de la Trashumancia de las ovejas’ como un ‘paseo habitual’ en la capital. 

    Nada que las ovejitas circulen sólo un día al año por Madrid. Lo harán habitualmente.

    Ha dicho a los medios, que hará un concurso para buscar el mejor rebaño de ovejas, el cual quedará instalado en la Casa de Campo de Madrid. Allí estarán bien cuidaditas y recorrerán las calles de la ciudad (todavía no se han establecido con precisión los días de la semana y el horario de los pases), con lo cual la ciudad ganará muchísimo, según la Alcaldesa, pues dicha trashumancia urbana de rebaño de ovejas será muy importante como reclamo turístico.

    Dicho esto, Carmena se quedó tan pancha.

    Desde que lo leí estoy sufriendo por las ovejas. Me dicen en casa que soy pesimista y una exagerada, pero a esas ovejas, las que por desgracia ganen el concurso y se queden instaladas en la Casa de Campo, nos les doy más de unos meses de vida. 

    Empecemos primero por el estado físico de las mismas. ¿Van a aguantar la polución de Madrid? Al mes de estar allí tendrán sus pulmones hechos una mierdecilla y sus preciadas lanas se van a quedar ‘para vestir santos’ pues no se va a poder sacar de ellas ni para unos patucos para un bebé. 

    Nada, la lana va a volverse inservible. Si no, al tiempo. 

    ¿Y su lado psicológico? Peor me lo ponen, pues además de todos es sabido que el ese aspecto influye muchísimo en la calidad de la lana. 

    Acostumbradas como estaban cual Heidi y Pedro a, en sus primaveras y otoños, hacer su trashumancia de Castilla-León hasta Extremadura y viceversa buscando mejor clima y por ende mejores cultivos; ahora las pobres las vamos a tener siempre en el mismo sitio y con una ‘salida al recreo’ para recorrer unas vías llenas de humo, asfalto y poquísimo verde. Oh!, pobretas, qué mal lo van a pasar añorando las verdes praderas y sus queridos pastos.

    Y el último punto, pero no menos importante: ¿Qué código de circulación establecerán para las mismas? ¿Semáforos con ovejas en verde o en rojo dependiendo de si pueden pasar o no? ¿Ovejitas pintadas en el asfalto para que se sepa que esa calle es ‘trashumanta’?. No sé, no sé, yo no lo veo muy claro, sobre todo porque las ovejas al igual que yo, no tienen carnet de conducir en regla y no creo que a falta de ello sepan muy bien lo que significa un semáforo o un paso de cebra.

    Ay!, no me lo quito de la cabeza, qué queréis que os diga. Hasta esta noche sobre las cuatro o cinco, no recuerdo con exactitud, pero creo que era ‘o’clock’, me he despertado pensando en qué iban a comer las pobres. Lo he pensado y enseguida he deducido que en la Casa de Campo habrá eso….mucho campo. Me he vuelto a dormir, pero había algo que no me cuadraba. Vuelta a despertarme….¿y habrá suficiente campo para todo el año?. Con eso ya no he podido y me ha tenido desvelada y desvelada. ¿Qué verde van a encontrar las pobres borreguitas, en las calles de Alcalá, Gran Via, Carrera de San Jerónimo, etc.?.

    Ya me diréis que son ganas de pensar. Pero os olvidáis de algo muy importante para los que nos cuesta un poco conciliar el sueño. ¿Cuál es el truco que siempre nos han vendido como el mejor para conciliarlo? Respuesta: el contar ovejas. ¿Y queréis que no me preocupe de ellas? Vaya, poca solidaridad e ingratitud tendría si no penara por las mismas allí solitas en la Casa de Campo, con lo bien que me ha venido contarlas noche sí y noche también. 

    Es decir, Carmena, que el año pasado amenazaba con quitar los belenes, y una vez que reculó, los instala pero sin ‘buey’ ni ‘mula’ y encima retira de un plumazo un montón de figuritas, entre ellas todas las ovejitas que acompañaban a los pastorcillos al Portal, va ahora y las quiere instalar y de carne y hueso en plena Casa de Campo….. No me puedo creer tal incongruencia

    Hay dos cosas que son inconmensurables: el universo y la estupidez humana. 

    Del universo os podrían contar muchas cosas los Ingenieros Espaciales que hablaron en la interesantísima Conferencia a la que asistí el jueves pasado, titulada ‘Dos miradas al espacio: Sentinal-1 y Lisa Pathfinder’.

    De la estupidez humana……. dejo a cada uno que saque sus propios ejemplos y conclusiones. Yo ya me he despachado a gusto. Beeeeeeeeeeeee!!!!!.
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